miércoles, 10 de diciembre de 2008

Los Siete Templos

Bueno este es un relato que estoy escribiendo, protagonizado por mi mismo y mis compañeros de clase, a ellos se lo dedico, cada vez que termine un capitulo lo pondré aquí, espero que os guste:
Personajes principales:
Angel Hawkins: 15 años. (Angel Hernandez, Yo)
Mary Tess Finley: 15 años. (Mª Teresa Fernandez)
Laurie Daniels: 16 años. (Laura Dominguez)
Izzy Castle: 15 años. (Ezequiel Castilla)
Mohamed Sullivan: 15 años. (Mohamed Sali)
Christinne François: 17 años. (Cristina Fernandez)
Debbie Gillian: 16 años. (Debora García)
Roxanne Vane: 15 años. (Rocío Vazquez)
Angela Tonks: 16 años. (Angela Toscano)
James J. Coledge: 19 años. (Juan Jose Callejo)
Alexandra Ashley Phradge: 15 años. (Alejandra Fradeja)
Martha Wedder Monroe: 19 años. (Inventada)
Frank Jason: 19 años. (Invantado)
Ralph Raymore: 18 años. (Inventado)
Lily Rivera: 38 años. (Lola Rivera)
Anthony Soddle: 41 años. (Antonio Sola)

Nymphadora "Dora": 27 años (Inventada)
Daphne: 16 años (Invantada)



Cap. 1: La Profecía.

Siglo XI a C.

En una de las miles de calles de Athenas, una chica de dieciséis años aproximadamente, vestida con telas de seda de color blanco y sepia, con el pelo tan negro como sus ojos corría bajo un cielo que se teñía de un color rojo anaranjado y ella sabía muy bien por que.
Llegó hasta la parte más alta de la ciudad, la que coronaba un gigantesco templo de mármol, cuyas columnas estaban adornadas con diversas criaturas esculpidas en la piedra que parecían actuar como guardianes de aquel majestuoso santuario. La misteriosa mujer se acerco a la puerta, al contrario que el resto del templo la puerta estaba hecha de hierro firme, duro e impenetrable y en vez de un pomo había una cabeza de Gorgona que juntaba las dos partes de la puerta. Sin más preámbulo de la boca de la horrorosa Gorgona emanó una voz chillona, aguda y horrible que dijo:
- ¿Cuál es el nombre de la reina de los mares?

- Anfitrite - La mujer no vaciló ni un instante ya que sabía que si dudaba algo horrible le pasaría.

- ¿Estas segura?- Preguntó la chillona voz de la Gorgona como si no la hubiera entendido bien.

- ¡Estoy segura!- Dijo, convencida de que su respuesta era la correcta.

- Buena respuesta noble corazón- De repente la puerta produjo un fuerte ruido al abrirse y ante ella se abría un largo camino de piedra caliza y mármol que se extendía hasta zambullirse en la más profunda oscuridad. La mujer caminó por el profundo y oscuro pasillo, de repente las antorchas colgadas de las paredes se encendieron, como si hubieran decidido todas a la vez que era hora de iluminar la tenebrosa estancia.

Llegó a una enorme sala abobada, que iluminada con la tenue luz de las antorchas parecía mucho mas grande de lo que era, en el centro de la enorme sala había una especie de altar bastante grande, tenía forma circular y a sus vordes se encontraban seis grandes bastones de oro repartido por todos los vordes de la superficie, los seis sujetaban grandes y suaves sabanas rojas y justo en el centro se encontraba una cama llena de almohadones en los que al parecer una mujer de cabellos largos y rojizos, tapada apenas con una fina sabana blanca se besaba apasionadamente con su invitado, ambos carecían de ropa.

- Siento interrumpirte, pero tenemos problemas – dijo la misteriosa mujer que había entrado en la enorme habitación con un tono de enfado. La pelirroja paro enseguida al escuchar la voz de la intrusa, le lanzó una mirada de fastidio y sin decir nada se levantó de la cama y cogió una túnica que estaba colgada en uno de los bastones de oro y se la puso. Luego miró a su amante y dijo:

- Lo siento querido, habrá que dejarlo para otro momento- Y tras decir esto chasqueó los dedos y tanto el apuesto joven, como la cama, los barrotes y las sabanas rojas desaparecieron sin dejar rastro, como si nunca hubiesen estado ahí. – Por todas las victimas del basilisco, ¿Qué demonios quieres ahora Daphne, no ves que estaba ocupada?

- Si, ya lo he visto, ¿Cuántos años tiene? ¿12?- Ironizó Daphne de forma muy sutil.

-¡17! Y debes de saber que el chico está muy bien dotado para su edad- Se justifico la pelirroja, como si eso fuese a aclararlo todo.

- Oye mira, no he venido a hablar de tus aventuras sexuales, ¿No as visto el cielo? ¡Se esta acercando!- Mientras decía esto Daphne señalaba a una de las ventanas que había en la sala, el cielo de detrás de la ventana se volvía cada vez mas rojo y tenebroso.

- ¿Quién se acerca?- Preguntó la pelirroja.

- ¡El! ¡El vacío!- Explicó Daphne, como si no pudiera creer la poca memoria de su hermana.

- ¿El vacío? Es imposible, nuestro abuelo lo encerró.

- Si, ya lo se, pero está a punto de volver Dora, no recuerdas la leyenda, “Cuando tres planetas ardan como uno solo y el cielo se tiñe del color de la sangre…

- …los templos se activarán y el vacío al mundo en cenizas convertirá – Finalizó Dora – No hace falta que me la recuerdes la conozco de memoria – Y era cierto ambas habían oído esa leyenda unas mil veces cuando eran pequeñas pero nunca pensaron que vivirían el día en que se hiciera realidad – Pero si de verdad ha vuelto eso significaría que…

- Que el templo ha sido activado y ya sabes lo que tenemos que hacer- sin decir nada más las dos hermanas empezaron a correr por uno de los pasillos del templo, a medida que avanzaban iban sintiendo que la tierra se movía bajo sus pies. Llegaron a una gran escalera de piedra, sin embargo parecía muchísimo más antigua que el resto del templo, al ir descendiendo las sacudidas de la tierra eran cada vez mas fuertes. Cuando al fin consiguieron bajar, se quedaron horrorizadas por la visión que contemplaban, se hallaban en un enorme caverna, en cuyos muros de piedra se hallaban diversos grabados, la caverna se dividía en dos partes ya que quedaban separadas por un río subterráneo, la parte mayor a la otra orilla de donde se encontraban Daphne y Dora, esculpido con la mismísima piedra de las paredes de la caverna se encontraba una especie de templo que parecía formar parte de la pared, cuya única entrada emitía una luz cegadora y a la vez hermosa. Las hermanas caminaron por el puente de piedra que conectaba las dos partes de la caverna mientras las sacudidas de tierra eran cada vez mayores, de repente del suelo emergieron unas figuras aterradoras, eran mujeres horrorosas que en vez de piernas poseían cola de serpiente, y en la cabeza tenían serpientes vivas en lugar de cabellos.

- ¡Gorgonas! Vete Daphne yo me ocupo de ellas – Grito Dora a su hermana, mientras haciendo un movimiento de despeje con las manos hacía que las gorgonas fueran lanzadas a otra parte de la caverna.

- Bien, volveré lo antes que pueda – Y dicho, la joven Daphne se dirigió corriendo al templo, las acudidas de la tierra eran enormes y sabía que le quedaba poco tiempo. Daphne entro en la luz del templo, haciendo que esta se volviera cada vez más brillante, de los ojos de Daphne, de su uñas, de cada centímetro de su cuerpo emanaron chorros de luz tan potentes que dejaron ciegas a las terribles gorgonas.

- Ahora, hazlo ahora – Grito Dora a su hermana mientras veía como las gorgonas retrocedían cegadas por la luz.

- No puedo- Dijo Daphne mientras era consumida por la luz – Dora es demasiado tarde, si no detengo escapará -

- Ni se te ocurra hacerlo Daphne, se suponía que solo ibas a desactivarlo no ha…-

- Lo se Dora, pero es la única forma- Tras decir eso Daphne se elevó unos centímetros en el aire y la luz que procedía de su cuerpo se hacía cada vez más intensa – No te preocupes Dora, volveremos a vernos, tal vez tu no sepas que soy yo y yo no sepa que eres tu, pero volveremos a vernos -

- Te estaré esperando hermanita, en esta vida y en todas las del futuro- La luz fulminante del templo iluminó toda la caverna, hasta salir a la superficie, los chorros de luz actuaban como cuchillas cortando la tierra de la superficie alrededor del templo principal, haciendo que este se hundiera en las profundidades de la tierra, quedando sepultado hasta el día en que la profecía se cumpliera.

- Te e estado esperando…Daphne – Una hermosa voz irrumpió en mis sueños.

- ¿Qué?...- Estaba confundido, perdido en el mar de mi memoria, ahogándome en mi más profundos sueños en donde esa voz era el único sonido.

- Cuando tres planetas ardan como uno solo, y el cielo se tiña del olor de la sangre, los templos se activarán y el vacío al mundo en cenizas convertirá, solo el guardián tiene el poder de activar y desactivar los templos y desencadenar el horror que guardan.-

Me desperté sobresaltado, ya era la cuarta vez en esa semana que soñaba con lo mismo, siempre el mismo sueño, siempre la extraña sensación de nostalgia y siempre el mismo pensamiento de que había oído antes esa voz en alguna parte, pero nunca conseguía recordar en donde.
¿El guardián? ¿Qué significaba eso? Me decía ami mismo que a lo mejor lo había oído en algún programa de televisión y a lo mejor se me ha quedado y no lo recordaba, fuera como fuese el caso es que cada vez que me despertaba me asaltaba siempre un terrible escalofrío que inundaba todos los poros de mi cuerpo, haciendo que me estremeciese, como si algo horrible fuera a pasar, todos esos pensamientos se me olvidaron cuando vi el reloj de mi mesita de noche.

- ¡Las 8:10! ¡Llegaré tarde- Y sin más preámbulo me levante de la cama y me dirigí al lavabo a prepararme, sin darme cuenta que al otro lado de la ventana de mi habitación alguien me había estado observando muy de cerca.












24 de Noviembre de 2008. (8:32 de la mañana, Martes)

Hacía un frío invernal, a pesar de que estábamos en Otoño, en las noticias de la mañana habían anunciado que un viento del norte se estaba aproximando y que venía para quedarse bastante tiempo. El pueblo de Deer’s Hollow, a pesar de que era temprano, estaba ya bastante activo: los coches circulaban de aquí para allá, cuyos conductores se daban prisa por llegar a tiempo al trabajo, la panadería del viejo Alfred ya estaba abierta y toda la calle de West Streett estaba impregnada de un calido olor a mazapán y a bollos de mermelada recién horneados, como todas las mañanas el señor Prince salía de su casa para su sesión mañanera de footing, solo que esta vez lo acompañaba su hijo Phineas de 22 años, que empezaba a alcanzar a su padre a medio recorrido y allí estaba yo, corriendo a todo dar para llegar a tiempo al Instituto, no soy muy llamativo que se diga, tengo el pelo moreno bastante oscuro y continuamente despeinado, la verdad, mis ojos son marrones (aunque me gustaría que hubiesen sido azules como los de mi hermana mayor Noemí, o verdes como los de mi padre Angel), creo que tengo un cuerpo normal, ni muy gordo ni muy delgado, aunque tengo que reconocer que este verano he engordado un poquito, soy mas bien alto y mi cara entra en la sección de aceptable. Ese día me había puesto mis vaqueros favoritos, estaban bastantes viejos pero eran muy cómodos, mi camiseta de mangas largas de color negro con rayas horizontales de color gris en el pecho, mi chaqueta vaquera, que tenía una particularidad, ya que por delante era un chaqueta vaquera normal pero por detrás era una chaqueta de chándal de color azul oscuro y mis zapatillas de deporte rojas, que ya estaban bastante viejas, pero todavía les quedaba algún tiempo a mi lado. Mientras corría como alma que lleva el diablo miraba de vez en cuando mi reloj de pulsera (el reloj fue un regalo de mi difunta tía Francine, a la que quería como si fuese mi segunda madre, recuerdo que lloré como un niño el día de su muerte) eran menos veinte y se suponía que debía entrar a y media, y lo peor es que ese día me tocaba a primera hora a la profesora Melinda Hatchfield, que nos enseñaba a mi y a mi clase Ingles, (después de Religión, la peor y la mas aburrida clase de todas, además que la profesora Hatchfield no era muy simpática que se diga) como no quería vérmelas con la profesora Hatchfield corrí mas aun, casi no podía respirar, mi corazón iba a mil por hora y todavía me faltaban un par de calles para llegar al Instituto (mi insti, el Instituto James Guinevere, no esta precisamente a la vuelta de la esquina que digamos) derrapé en la esquina de King Arthur Streett y de repente… ¡PAF! Me caí al suelo por el impacto, casi no podía respirar por la carrera, alcé la vista y vi que había chocado con alguien, me levante aun con la respiración entrecortada y en cuanto el chico con el que me había chocado se dio la vuelta lo reconocí enseguida.

- ¡A ver si miras por donde…! ¡Ha Angel que eres tú! Joder casi me matas, ¿A dónde vas con tanta prisa? – Dijo sorprendido James Coledge, el novio de Laurie, James, “Jimmy” o “JJ” como lo llamaban a veces, era el novio de una de mis mejores amigas, Laurie Daniels, Laurie y yo nos habíamos conocido en segundo curso en el Instituto y desde entonces nos hemos hecho muy amigos, el años pasado empezó a salir con James, en mi primera impresión de James no me equivoqué mucho, me pareció un chico bastante simpático, divertido y muy sociable y vuelvo a decir que no me equivoque con el, James es un chico alto, aunque no mas alto que yo, tiene 19 años pero ha repetido 2 cursos y por eso esta todavía en el instituto, (aunque no le juzgo ya que yo también he repetido curso) es moreno, con los ojos verdes muy oscuros que a primera vista parecen marrones pero si te fijas bien los veras verdes (aunque la verdad es que yo no me había dado cuenta hasta que Laurie me lo dijo) era un chico bastante guapo y tenía buena complexión, bueno al menos eso me parce a mi. James es un chico bastante divertido, siempre es el quien nos hace reír a carcajadas durante el recreo, es simpático y a mi me cae bastante bien que se diga.

- Perdona Jimmy…es que llego…tarde a clase – Dije con la respiración aun entrecortada.

- ¿A clase? Pero, si Laurie me dijo que hoy entrabais al insti a segunda hora.

- ¡QUE! ¿A segunda hora? ¡No puede ser! – corriendo saqué de mi mochila mi agenda escolar y busqué el día de ayer, y allí estaba, justo como James me lo había dicho, en la página del 23 de Noviembre había una oración que rezaba ¡No hay Ingles, mañana a segunda hora! ¡Genial nos libramos de Hatchfield! – Pues baya, me he recorrido medio pueblo para nada, casi no he desayunado por que creía que llegaba tarde, me ha mordido el maldito perro de la loca de la señora Rosmerta, casi se me estalla el corazón de la maldita carrera hasta aquí y para colmo me he raspado las manos al caerme, ¡Es que soy de lo que no hay!

James empezó a destornillarse de la risa, tenía una risa casi tan potente como la de Laurie, aunque lo de Laurie era un caso a parte, su risa era tan potente y tan fuerte que parecía que le hubieran puesto en la boca un megáfono a todo volumen y lo amplificaran con la potencia de diez más, vale quizá estoy exagerando un poco o un mucho pero aun así la risa de Laurie era única.

- A mi no me hace ninguna gracia Jimmy – Dije al ver que James hasta perdía el equilibrio por la risa.

- Pues deberías…haber…visto la cara…que has puesto – Dijo sin parar de reírse.

Lo bueno de la risa de James es que era contagiosa y cuando me di cuenta de que había hecho todo aquello para nada, me empecé a reír yo también.

- Oye, ¿Te bienes a la calle de la Hilandera? He quedado allí con Laurie y Mary Tess- Aun con la risa aflorando en sus labios, a James se le entendió perfectamente.

- Pero, ¿No as dicho que Laurie te dijo que entrábamos a segunda hora? Estará dormida ¿no? -

- No, que va, me ha llamado esta mañana diciendo que se ha levantado para nada, al igual que a ti se le olvidó, si no hubiese sido por que Mary la llamó preguntándole a que hora entrabais, ahora mismo estaría ya en el instituto aburriéndose -

- Ha, somos tal para cual – Y era verdad, y se suponía que el despistado de la pandilla era yo.

- Bueno en fin, que como se dieron cuenta de que ya estaban vestidas y preparadas hemos quedado para dar una vuelta antes de ir a clase, por mi no hay problema ya que mi clase hoy se ha ido a una excursión, como yo fui el año pasado no me apetecía, así que tengo el día libre, bueno ¿te bienes o te vas? – Dijo James apoyándose en la farola cuya parte superior había un letrero que rezaba: King Arthur Streett.

- Pues claro que voy, no voy a recorrer otra vez medio pueblo hasta llegar a mi casa y luego volver a recorrerlo otra vez –

James y yo nos pusimos en marcha hacía la calle de la Hilandera, no quedaba muy lejos de donde estábamos, así que no tuvimos que andar mucho rato, por fin llegamos a la esquina de la calle, y allí en medio de la plaza que atravesaba la calle estaban sentadas sobre un banco Laurie y Mary Tess. Mary Tess era una de mis mejores amigas, ella era prima de Laurie por parte de madre (ya que su madre y la de Laurie eran primas) Mary era una chica guapa, no demasiado alta, pero tampoco demasiado baja, tenia el pelo castaño, con mechas rubias, que la verdad es que le favorecían mucho, su pelo le llegaba hasta el trasero, era sedoso y rizado. Tenía los ojos marrones, algo mas oscuros que los míos, el rasgo mas característico de Mary era su nariz, era larga y respingona, pero al mismo tiempo delicada y elegante, siempre había admirado a Mary por su fortaleza, no era una de esas chicas que lloraban con cualquier cosa, era una chica fuerte y decidida y siempre estaba ahí para apoyarme, siempre he podido contar con ella y espero que siga siendo así por muchísimo tiempo, nos conocimos en segundo curso del instituto, al principio muchos chicos se metían con migo, me insultaban o me gastaban bromas pesadas, recuerdo que ella era una de las pocas que fue capaz de ver en mi algo mas que un chico tímido y callado, a partir de entonces nos hicimos muy buenos amigos. Laurie no podía ser mas diferente a su prima, el único parecido entre ellas era que sus cabellos eran iguales de largos, pero a diferencia del de Mary Tess, el de Laurie era rubio, sedoso y brillante, que se volvía mas claro en verano y mas oscuro en invierno, sus ojos eran azules claros, que me hacían recordar a los ojos de mi hermana, solo que los e Noemí eran mas claros. Laurie era una chica bastante alta, aunque no mas alta que yo, recuerdo que una vez nuestra profesora de gimnasia la Srta. Poppy Montgrey, nos había informado de que nuestros cuerpos aun no habían acabado de crecer y que para algunos todavía quedaba el último estirón, recuerdo que a Laurie le preocupaba eso ya que ella se consideraba ya lo suficientemente alta como para crecer mas, también recuerdo que Mary y yo nos partimos de risa aquel día al imaginarnos a James intentando besar a Laurie con una escalera de bombero. Laurie era una chica guapa, no era muy llamativa pero aun así era atractiva, me siento muy unido a las dos y espero que sigamos juntos durante muchos años.

Nada mas verme Mary Tess ya se había imaginado por que estaba ahí, tengo que reconocer que me conocía bastante bien.

- Otro que se ha olvidado ¡A que sí1 – No era una pregunta sino mas bien una afirmación.

- Si, al igual que vosotras no me acorde asta que me lo dijo James, y ya no iba a volver a casa.
En ese momento James empezó de nuevo con sus carcajadas, supongo que sería por que le había recordado todo lo que tuve que pasar hasta que me choque con el. Después de contarles a Laurie y a Mary Tess lo que tuve que pasar las carcajadas volvieron y no solo por parte de James sino que Laurie y Mary Tess rieron también al imaginarme huyendo del perro de la señora Rosmerta. Cuando las risas se calmaron decidimos ir a dar una vuelta y de paso comprar algunos bollos en la panadería del viejo Alfred. Íbamos caminando por la calle de Pearl Streett, Mary y yo íbamos unos pasos por delante de Laurie y James cosa que no me extraño ya que siempre se ponían detrás para hacer carantoñas y eso, en fin cosas de enamorados, pero en esa ocasión me di cuenta de que algo no marchaba bien. Laurie estaba bastante seria y James y ella entablaban una conversación bastante mas bajo de lo habitual, decidí no meterme y seguir mirando hacía delante, aunque la verdad es que me quede un tanto preocupado. Pedimos unos cuentos bollos en la panadería de Alfred, Alfred era un viejo guasón que quería a su negocio mas que a cualquier cosa en el mundo, para el su panadería era su vida, en mas de una ocasión le oímos decir que si estuviera permitido se casaría con el local en menos que canta un gallo. Nos sentamos en los bancos del parque que había detrás de la panadería y empezamos a comernos los bollos, como yo apenas había desayunado me terminé mis dos bollos en un momento, justo depues Mary me pidió que la acompañara a la panadería ora vez por que se le había olvidado comprar el pan para su madre, y tras decir esto me guiño un ojo, cosa que ya sabía lo que quería decir (Ven que quiero hablar contigo).

- Lo as notado ¿no? – Me preguntó Mary cuando ya estábamos dentro de la panadería, al viejo Alfred no le extrañó vernos allí plantados hablando, ya que estaba acostumbrado a que los jóvenes cuchichearán en su tienda.

- ¿El que? ¿Lo de Jimmy y Laurie? Si me he dado cuenta ¿Qué les pasa, algo va mal? – Pregunté lo más bajo que pude para que la mujer que estaba al lado nuestro comprando un barra de pan Brissett, no nos oyera.

- Parece ser que se han peleado y esta vez parece serio – Dijo Mary a la vez que atravesábamos el parque para reunirnos con James y Laurie – Laurie no me ha dicho los detalles, pero creo que planea cortar con el, aunque espero que no lo haga -

Me quedé con la boca abierta al escuchar las palabras de Mary Tess, Laurie y James ¿separados? Eso no podía ser verdad, estaban muy unidos, y yo ya me imaginaba como sería su boda, su casa de recién casados y sus hijos, recuerdo que Laurie ya tenía pensado como iban a llamar a su hija , Natalie, la verdad es que imaginándolos jugando en ese mismo parque con la pequeña Natalie me hacía reír bastante. De repente siento como una mirada me penetra por la espalda, doy un respingo y dirijo mi mirada a los arbustos que se encontraban detrás nuestro, no había nadie.

- ¿Qué ocurre? – Pregunto Mary algo desconcertada por mi reacción.

- Me ha parecido que…va no importa- Y dicho esto nos reunimos con James y Laurie que seguían sentados en el banco, ahora con las caras muchos mas serias que antes, mientras alguien nos espiaba desde los arbustos, sigiloso y silencioso como el viento que hacía sonar las ramas de los árboles al rozarlas.